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jueves, 31 de julio de 2014

¿QUE QUIEREN USTEDES QUE LES DIGA ... QUE DESEAN USTEDES OÍR?.-



Por: Jesús Padilla


¿QUE QUIEREN USTEDES QUE LES DIGA ... QUE DESEAN USTEDES OÍR?

Tengo que agradecer a mi esposa e hija el hermoso regalo que me hicieron hace unos meses y que he saboreado hasta la saciedad. En los momentos críticos en que la voluntad te la intentan cercenar, por lo que escribes, y tu lengua te la pretenden cortar, por lo que hablas, el contenido de tan noble y real literatura, es un libro el regalo, no solo me reconforta sino que me llena de valor para continuar, como su autor, Nelson Mandela, líder indiscutible de moralidad política, por "El largo camino hacia la Libertad". Una lucha considerada por el "libertador negro"  como épica, con sus derrotas y sus triunfos.
No olvido tampoco la estrofa de una canción que figura a modo de introducción en otro libro que leí hace muchos años y que habla también de esos sistemas políticos basados en la discriminación y el abuso de poder, que fomentan el "apartheid", esa forma de gobernar que auspicia, precisamente, la discriminación entre las poblaciones por su color, por su religión, o por su condición social o ideológica, intentando anular con ello el pensamiento, el razonamiento de quien respira libertad. Una estrofa que no he olvidado porque la mantengo viva en mi mente y en la agenda de mi vida: "...Sus ramas se mecerán sobre la tumba de la tiranía y florecerán por los valientes y los libres".

Aquí en La Vega de San Mateo, como en otros tantos lugares de este planeta, también existen esos guillotinadores que sin piedad atacan a quienes respiran libertad. Quizás sea porque ellos no llegan a alcanzar el significado de tan noble palabra. Su escasa masa gris levantan sobre sus víctimas impétigos que caen cuando sus sucias maniobras salen al descubierto, pero el daño infringido es de tal magnitud que en ocasiones hacen caer de bruces a quien sufre sus feroces arremetidas. Piensan estos tramoyistas de la política que "el fin justifica los medios".
No crean ustedes que es fácil para una persona aguantar las impertinencias de quienes no se atreven con la pluma y la cultura responder a mis palabras, o a mis escritos; quizás porque les falta pluma y carecen de cultura. Se valen, como siempre, de la cobardía, ocultándose detrás de pobres infelices que en muchas ocasiones, micrófono en mano, no saben colocar una frase sobre otra, ni razonar, o conducir adecuadamente, con la fluidez que se necesita, mínimamente, para expresar lo que piensan. Están a la altura de sus podredumbres morales, éticas y culturales. Son bastardos. "Inglourious basterds", malditos bastardos, como los de esa película del guionista norteamericano Quientín Jerome Tarantino, "bastardos sin gloria".
Podrán preguntarme mil y una veces sobre mis improntas cuando las escribo, pero siempre he dado la misma respuesta, yo escribo para el pueblo, no para los políticos. Muchos no entienden lo que redacto porque esa capacidad para establecer ideas y conceptos y posteriormente sacar conclusiones o formar juicios están lejos, muy lejos, incluso de mi propio intelecto.
Muchos de estos reptiloides o draconianos, da igual con el color que se presenten, han tomado las riendas de la política como un medio de vida y sustento en vez de un servicio hacia los demás convirtiendo lo público en su negocio privado cueste lo que cueste y sin límites, son en este pueblo, como ejemplo vivo, los que creen que ponerse al margen de la ley es estar en la legalidad.
En mi queridísima Vega de San Mateo, actualmente en manos de unos desalmados que se comercializan como lenguones que van de esquina en esquina largando, como las llamas de  la altiplanicie peruana, sus asquerosos escupitajos, se ha puesto de moda un determinado personaje que, aparte de maltratar a las mujeres y humillarlas, se ha envilecido el mismo al arremeter de forma personal contra quien les escribe. Un ataque en toda regla, que no se quedará sin respuesta, y que atenta  a mi dignidad como persona y contra mi familia porque, al parecer, he cometido "graves delitos".

El primero de ellos ayudar a una mujer a la que esta inmundicia, detritus de la sociedad, ha maltratado, humillado, vejado, robado y anulado. Ese es mi delito, ese es mi pecado capital. Ayudar a la maltratada y denunciar al maltratador. Alabado sea Dios que me permite pecar de esa manera ayudando a una víctima de la violencia machista, sexista, brutal, de quien no merece ni que le miren a la cara, un maltratador del que espero la justicia terrenal le haga rendir cuentas porque la divina, esa que no se rige por papeles ya se la tiene anotada.
El segundo de mis delitos es haber tomado los micrófonos de Radio San Mateo "La Radio Sencilla" porque determinados personajes no quieren, o no les interesa, que mi lenguaje, mis expresiones lleguen al pueblo porque los consideran una "política agresiva" ¿Agresiva para quién? ¿Para el "palurdo analfabeto" que no sabe enlazar detrás de un micrófono cuatro palabras juntas  y que se considera un docto cuando es indocto?
No soy un intelectual, pero tengo intelecto, socrático, pero intelecto al fin y al cabo.
Ellos, esos que me atacan de forma despiadada, escondidos y agazapados tras sus propias vergüenzas, si es que las tienen, son la antítesis de la intelección, de ese entendimiento de "entender" y "discernir" con sentido común. Les falta esa capacidad que tiene cualquier sujeto, cualquier persona, "con dos dedos de frente", como decimos por aquí, para aprender ese concepto que le pueda permitir, mínimamente, ponerse en contacto con la realidad del mundo que les rodea y saber que tiene una estructura social regida por unas reglas que son aplicables a todos y cada uno de sus miembros, no a unos pocos. Esa es la grandeza del mundo libre, del mundo civilizado, de la vida democrática.
¿Que quieren ustedes que les diga ...?
A los que respetan la normas y las leyes ... son ustedes formidables, ejemplo de ciudadanos.
A los que con su intolerancia atacan las premisas de libertad y democracia, de civismo y convivencia ... son ustedes despreciables, unos miserables.
¿Que desean ustedes oír...?
Supongo que querrán oír: son ustedes formidables, ejemplos de ciudadanos, hijos predilectos, adoptivos, con o sin mención especial o específica.
Lo penoso, lo cruel, lo intolerable, lo inadmisible, es que esos parabienes se los entreguen a quienes opuestamente hacen escarnio precisamente de quienes defienden los valores de una sociedad justa, culta, civilizada y honrada.
¿Que quieren ustedes que les diga ... Que desean ustedes oír?
No lo se, díganmelo ustedes mismos que son ciudadanos ejemplares.
VEGUEROS S.M.